lunes, 12 de abril de 2010



MARIPOSA URUGUAYA


A Sandra Queirolo

Es de noche en el mes de marzo chileno, con adioses,
con péndulos enanísticamente aislados
en una ventana
del cuarto,
después del terremoto
que asoló la ciudad donde habito.

Es Valparaíso de Chile esta noche de marzo
y no me atrevo a salir de mi cueva,
con mi música, mis poemas, la brevedad de la ropa,
y aparece, de pronto, como por encanto, una mariposa en mi mano;

Salgo a la calle en su compañía
pues le había enviado con una paloma mensajera
mi libro “La entera noche llena”, al océano Atlántico,
aquí en Sudamérica,
donde viven estas especies maravillosas como ella.

Es de noche en esta Ciudad Puerto de mi patria
y dialogo con esta nena alada que se instala
en todos mis sentidos con la condición única de la mujer montevideana.

Me dice que tiene una cita con su historia y llegó,
y no faltará, después de retarme porque no tenía mis manos
preparadas para recibirla en este viaje relámpago a mi imaginario.

Esta mariposa uruguaya dice que está leyendo una poesía
que tiene una matemática propia,
parecida a la música y algo me recuerda a las teorías de Góngora
y Mallarmé acerca de la poesía pura, en otros tiempos y precipicios;

Lo que importa es que vino de sorpresa,
con toda su magia,
pero el pequeño detalle es que en mi pueblo
hubo un terremoto.

Ella se instala en mi cabeza y mientras caminamos por las calles
desvastadas de Valparaíso, Viña del Mar, Santiago (porque la invité
a la capital chilena) me dice que estuvo hace años en estos territorios
y que había miedo, como ahora, por otras circunstancias.


Esta linda mariposa viste de rojo y está asustada,
casi no puede hablar producto de este encuentro en Chile
preparado por una bruja - princesa llamada Laura.


La invito a seguir recorriendo las ciudades, vamos volando
al océano Pacífico donde anduvo hace horas un Cuervo japonés
cuyo nombre es Tsunami y me pregunta
por qué le envié mi libro de poemas.

Le contesto con una pregunta llamada Sandra
que en realidad es una respuesta,
y me dice que aún tiene un ala con una pequeña cicatriz
producto de un viaje prolongado a una selva interior;

que tiene miedo,
que una amiga golondrina que no es Laura
le dice que no se involucre con un búho chileno que vive lejos,
que además es poeta,
como si serlo fuera algo malo.

Sandra Mariposa En Mi Mano vuela de pronto hacia una calle
que lleva el rostro de su país y mira con ternura como alguien
que teme emprender vuelo hacia un nuevo sitio,
en este caso hacia una poesía misteriosa
que tiene como nombre Tote,

que en realidad no es su nombre, sino el de un pez que vive aislado
buscando una nube que no existe, menos ahora en que su reino
y su hábitat han colapsado por un sismo grado 8 en la escala de Richter.

Esta noche de marzo chilena - uruguaya está llena de ausencias
y las puertas hablan con los endecasílabos,
como si fueran sombras llenas de hablantes con temor a lo desconocido

Entonces, después de conversar, pololear, coquetear,
ir de juegos por la bahía, por una plaza abandonada,
por una iglesia a punto de caer, por un bosque,
una avenida,
de darle un beso,
acaricio con mis dedos a esta tierna mariposa
para que regrese
a Montevideo, en dos segundos, lo que dura un clic en un computador.


Y me mire a los ojos que ya lleva grabado en su memoria,
su mejilla en mi oreja, mi boca en la suya,
y lea este poema que nunca habría sido escrito
sin los artilugios de las causalidades,

con el hálito del ensueño, que embriaga a personas utópicas, como ambos,
rebeldes, con el sonido del agua en nuestros cuerpos,
que hacen posible que las mariposas vuelen

y que los búhos entiendan de una vez
que no pueden estar siempre arriba de un árbol
mirando lo que ocurre en su pequeño planeta,
mientras en Chile la tierra brama,
hay una enorme sensación de abandono,

hasta que una beldad dulce que se llama Sandra
logra ingresar raudamente a este territorio metafísico
y quiera imprimir un libro
que merece el sustrato de papel, dijo,
para leerlo detenidamente,

como toda niña inquieta que encuentra todo raro a su alrededor,
mientras apenas percibe lo que acaba de suceder,
sólo le llegan imágenes,

le llegan a todo vapor, nervios, hambre, sudor,
y un viento chilenísimo helado, que le dice hola compañera,
aquí están mis brazos,
no faltaste a la cita con un poeta chileno.

Quiero que sepas
que a estos instantes yo acudo siempre, nunca fallo

y esta historia entre nosotros,
transcurre llena de minutos
no sabemos lo que puede ocurrir,
tal vez nada, a lo mejor todo,
tal vez un aire de luna,
todo lo que suceda
ya se está escribiendo en el poema,


hay una página en blanco
que deberemos escribir desde ahora,
verso a piel, lejanía, el aquí, el ahora,
como un campo minado dirá alguien,
como un sendero con árboles opinará una amiga,
como un camino sin retorno, dirá un amigo,


como dos pasajeros que en una estación
suben a un tren destino a un lugar
perdido en los mapas,

como dos personas que inician
un recorrido sin saber adónde van,

como dos peregrinos del medievo
que buscan un lugar para habitar,
como dos estrofas o dos poemas
con matemática propia, parecida a la música.







Aristóteles España

Valparaíso, Santiago, marzo 22 de 2010